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Arte

Exposición: "De la mano de Don Herbert"

Exposición:
Donostia-San Sebastián
Lugar. Koldo Mitxelena Kulturunea
Fecha. Desde el 2 de julio de 2020
al 18 de septiembre de 2020

Hora.
Precio. Entrada libre
OrganizaKoldo Mitxelena Kulturunea

Exposición de Don Herbert titulada "De la mano de Don Herbert / Don Herberten eskutik".

Duración: Del 2 de Julio al 18 de Septiembre.

Lugar: En el Erakustaretoa del Koldo Mitxelena Kulturgunea.

Horario: De martes a sábado, de 11:00 a 14:00 horas y de 16:00 a 20:00 horas. Cerrado festivos.

Comisaria: Ainara Martin.

Biografía - Don Herbert (Detroit, 1942 - Donostia-San Sebastián, 2020).
Maestro estampador desde 1974, realizó sus estudios universitarios en la Morehead State University y el doctorado en el Otis Art Institute de Los Angeles, California. Fue asistente del artista californiano Kenneth Price entre 1969 y 1972 y litógrafo para Lakeside Studio en Michigan. Más tarde, entre 1974 y 1980 formó parte del Grupo 15 como estampador.
Creó su propio estudio de estampación en Madrid (1980-1993) y posteriormente y desde 1987 fue responsable del taller de litografía de Arteleku en Donostia-San Sebastián.
Impartió clases como profesor invitado en numerosos centros y universidades tales como la Facultad de Bellas Artes de la Universidad del País Vasco, en Bilbao; la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Politécnica de Valencia; la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Barcelona; el Centro de Arte Contemporáneo Arvore de Oporto, en Portugal; la Escuela de Artes y Oficios en Oviedo o la Fundación Joan i Pilar Miró de Palma de Mallorca.
Estampó y editó obras de artistas de más de 40 países. Como pintor, sus obras están presentes en colecciones como las del Museo Reina Sofía de Madrid, Museo de Arte Abstracto de Cuenca, Museo de Bellas Artes de Araba-Alava, Fundación Joan March de Madrid, Colección Plácido Arango, Colección Francisco Betancourt....

Don Herbert, maestro litógrafo - "De la mano de / Don Herberten eskutik" 1987-2014 es un homenaje a la persona, al artista y sobre todo, al maestro litógrafo.
Puso en marcha y fue responsable del taller de litografía de Arteleku, desde sus inicios en 1987 hasta su cierre definitivo en 2014; espacio por el que pasaron cientos de personas, entre ellas reconocidos nombres de la escena artística, cada una con sus inquietudes, necesidades y opciones creativas, para aprender, experimentar y producir con esa técnica. Todas ellas crecieron, personal y artísticamente, de la mano de Don.
A lo largo de casi 30 años, propuso y llevó a cabo, desde su reducto personal y profesional, desde su taller, una experiencia litográfica y vital que muchas personas recuerdan como algo enriquecedor. Hoy Don Herbert sigue siendo un referente en el mundo de la litografía.
Esta exposición quiere recrear el ambiente de ese taller: un espacio de conocimiento y de maestría artesana. Un homenaje en la que las manos de Don son la perfecta metonimia de su saber, su hacer y su humanidad.
Un lugar de mezcla de saberes y de experimentación, en el que observar, hacer y practicar supuso la esencia de la transferencia de conocimientos.

Comisaria y coordinadora: Ainara Martín.

El litógrafo ritual -  Cuando en otoño de 1987 asumí la dirección de Arteleku, Don Herbert ya había impartido su primer taller de litografía; al abandonar el cargo en 2006 allí seguía como su responsable hasta que definitivamente se cerró en el año 2014. Fue su habitante más fiel. Cientos de artistas pasaron por "su" taller, otros le acompañamos durante algunos años en su periplo personal y profesional, pero él fue el testigo permanente más  privilegiado. Hubiera podido contar la historia de Arteleku de principio a fin, incluso despotricar contra algunos de sus capítulos (de mala gana asumió el traslado del taller de la primera planta a la nueva ubicación en el patio exterior trasero del edificio). Le gustaban muy poco los cambios o las innovaciones y, mucho menos, las especulaciones conceptuales. Era un clásico moderno y un formalista empedernido. Para él los valores estéticos se podían sostener en sí mismos y, desde luego, nada tenían que ver con otras consideraciones éticas o políticas. Así que alguna vez discutimos sobre las distintas maneras de entender al papel del arte y la función del artista en la sociedad. Pero, a pesar de las diferencias, para mí  Herbert  era una figura imprescindible e insustituible en aquella concepción abierta y  acogedora que siempre defendí para la institución. La última vez que nos encontramos le comenté que, sin duda, merecía ser su decano honorífico.
Según me contó, seguía siendo perseverante en su rutina cotidiana. No había alterado un ápice sus costumbres diarias, continuaba con los mismos hábitos y rituales que lo sujetaban a la vida, a la forma de vida que había elegido y cuya ejecución estaba regulada por normas rigurosamente codificadas, como su forma de trabajar en el taller. Como expresa la etimología sánscrita, rito significa algo que está sujeto a un orden, a una sucesión de gestos, conformes a necesidades básicas y esenciales, y según una cierta norma repetitiva. La vida y el trabajo de Herbert, tanto en su obra como artista, como en su labor como maestro litógrafo, estaban regidos por la repetición (in)consciente de determinados hábitos y la constancia en reproducirlos. Seguramente, esa determinación también le sirvió para combatir algunas zozobras emocionales -quién no las tiene-, y le permitió aferrarse a cierta estabilidad vital, anclada a la seguridad del método, como el artesano en su trabajo.
Sin embargo, no se consideraba un artesano, en el sentido tradicional del término, sino un artista litógrafo. En cierto sentido, parafraseando a Richard Sennett en "El artesano", el primer tomo de su excepcional trilogía sobre la "cultura material", el trabajo de Herbert implicaba el desarrollo de determinadas destrezas específicas, sin duda, pero nunca sujetas a la simple imitación o repetición, sino a la habilidad artística, que siempre adquiere su mejor expresión en la evolución de las formas y en el minucioso cuidado de la impresión gráfica. Era un perfeccionista y, como en el artesano, la mano experta representaba su herramienta básica, pero su tacto, sus extremidades y sus ojos se vehiculaban a través de su personal sensibilidad creativa, a veces, bastante testaruda.
Manejaba las cosas con extrema pulcritud, limpiaba pausadamente el tórculo, cuidaba los papeles y las tintas o reproducía las impresiones con escrupulosa determinación. Era como una liturgia en la que ejercía de maestro de ceremonias. Roland Barthes decía que toda ceremonia protege como una casa y permite habitar el sentimiento. No hay duda que el taller de litografía tenía también algo de "hogar", donde cualquiera podía sentirse acogido.
Charles Taylor en "La ética de la autenticidad" dice que ser fiel a uno mismo significa ser fiel a la propia personalidad. En el caso de Herbert, esa singularidad inconfundible se manifestaba contra cualquier atisbo de narcisismo; al contrario, siempre estaba dispuesto a proporcionar hospitalidad indiscriminada, sin distinciones entre la alumna incipiente o el artista reconocido. Como en los viejos talleres de grabado, la relación que mantenía con los interesados en la técnica o con l@s artistas que invitábamos a coproducir ediciones, convertía el taller en un espacio social donde él, como Maestro, se adhería a esa especie de juramento para mejorar las habilidades de los aprendices a su cargo. Una manera de ser y hacer, según la cual, como repetía una y otra vez el propio Herbert, todos los seres humanos compartimos las destrezas fundamentales y mejorarlas, hasta conseguir el manejo experto, incluso la maestría, es una cuestión de motivación, esfuerzo y formación. En Arteleku encontró la institución aliada para poder llevar a cabo ese programa con total autonomía y respeto.

Santiago Eraso

"Mira y Aprende" - Don Herbert traía un mundo en sus manos, la experiencia de un tiempo determinante que puso a España en el mapa del arte contemporáneo internacional, y lo compartió con todos los que quisieron pasarse por el taller de litografía del que fue responsable en Arteleku durante casi 30 años.
Siempre fue escueto en explicaciones. Suponía el valor de cada uno para reconocer aquello que quería aprender; "cállate, mira y aprende", era su respuesta a casi cualquier pregunta. En Arteleku, Don moldeó el rigor y el perfeccionismo que todos le reconocían, tomó consciencia de una tradición, aprendió de las inquietudes de quien le visitaba y se hizo mejor maestro.
Arteleku recibió en 1999 el Premio Nacional de Grabado.
En la esperanza de que todo ello siga vivo, en la experiencia que de él obtuvimos: cállate.

Nuno Alves Ferreira - Hijo de Don Herbert

El taller - El Taller de Litografía se representa en el centro del espacio expositivo y recoge la idea de acercamiento, asimilación y perfeccionamiento a la técnica en definitiva, aprender haciendo.
Se desarrollaban tres fórmulas de trabajo y producción litográfica: ejercicios de taller, ediciones de artistas y coediciones producidas por Arteleku en colaboración con artistas invitados.
En todas las formulas existía la idea de acercamiento, asimilación y perfeccionamiento a la técnica desde la filosofía de "aprender haciendo".
En la fórmula de ejercicios, las personas que participaban en los talleres dejaban sus litografías como testimonio de su proceso y experiencia de aprendizaje.
En la fórmula de ediciones de artista, eran los propios artistas quienes asumían la producciónhaciendo uso del taller y de los recursos y estampando su propia obra casi siemprecon la manode Don.
En la fórmula de coediciones producidas por Arteleku, la Institución asumía los costes de producción bajo su sello y el artista cedía parte de la tirada como contraprestación por el uso del taller para su propia edición que también realizaba Herbert.
La mayoría de las litografías pertenecientes a las tres líneas de trabajo se encuentran en la actualidad en Gordailua, el Centro de Colecciones Patrimoniales de la Diputación Foral de Gipuzkoa. En la actualidad, se está procediendo a la catalogación y restauración de toda la obra, ya que algunas piezas sufrieron daños tras las   inundaciones de Arteleku de 2012.

Don y OKUPGRAF: La gráfica a la calle - La aventura de Okupgraf comenzó la mañana en que Don -mientras trabajaba con él en su taller de Arteleku- me preguntó: "¿Me ayudarías a organizar una exposición que reuniera la mejor gráfica de España?".
Su pregunta me llevó a charlar con Santi Eraso y a ir madurando un proyecto que permitiera dar a conocer las obras generadas durante más de diez años en los talleres gráficos de Arteleku, así como divulgar las cualidades y la diversidad de las imágenes seriadas que rodean nuestra vida.
Con Marian Larzábal y Pablo Donezar formé un equipo al que más adelante se sumó Iñigo Royo y, ayudados por otras muchas personas, programamos las actividades de las tres bienales reflejadas en los catálogos aquí presentes. Si los consultan, podrán comprobar que, además de realizar exposiciones, promovimos actividades en la calle y generamos nuevas ediciones y otras obras de calado artístico y social.
En la primera edición de Okupgraf tuve el privilegio de actuar como secretario de Don quien me sugería a los artistas que podíamos invitar; la mayoría de ellos habían estampado obras con él anteriormente y todos estuvieron encantados de participar en el proyecto. En la segunda edición, recurrimos a un antiguo aprendiz suyo en Grupo15, Niels Borch Jensen, maestro impresor que cuenta en la actualidad con talleres y galería en Copenhague y Berlín; su ayuda nos permitió dar el salto a la colaboración con artistas internacionales.
Gracias a Don pudimos obtener la colaboración de Calcografía Nacional. Poco después, en 1999, esta institución otorgó a Arteleku el Premio Nacional a la difusión de la obra gráfica.
Si bien Don bromeaba muchas veces sobre su enrevesada manera de hablar en castellano y le hacía gracia la ingenuidad de aquellos que

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